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sábado, 15 de agosto de 2009

JASON AND THE ARGONAUTS.


Apolonio de Rodas, poeta griego autor de la épica composición Argonáuticas, trazó en su legendaria obra lo que constituye el zócalo principal de la película Jason And The Argonauts, dirigida por el realizador inglés Don Chaffey en 1963. Un lienzo con vocación de epopeya sugerente, matizado por la presencia portentosa de los caprichosos dioses del monte Olimpo. Son precisamente las deidades, quienes constituyen uno de los referentes cualitativos de la historia, parapetadas en las geniales interpretaciones de la actriz londinense Honor Blackman, que encarna a la traviesa Hera, y el actor irlandés Niall MacGinnis, enmarcado como el sobrio Zeus.
La historia comienza cuando el heredero de un trono arrebatado por la fuerza, decide emprender el rescate de la corona usurpada, siguiendo los preceptos del Dios Zeus. Su primera misión, antes de matar al intruso advenedizo, será localizar el paradero del mítico vellocino de oro, regalo del Olimpo al pueblo de Colquia, que gracias al presente ha logrado altas cotas de bienestar. El legítimo Rey de Tesalia recluta una partida de valerosos atletas griegos con los que inicia un periplo marítimo no exento de peligros. El guión de Jason And The Argonauts, construído por el londinense Beverley Cross y el escocés Jan Read, arma la leyenda de un conspicuo caparazón fantástico, aduciendo para ello la inevitable presencia de aparatosos seres mágicos, algunos de ellos dotados de tenebrosos instintos, cómo si fueran instrumentos diabólicos que se cruzan en el camino del héroe. Son símbolos, pruebas que el titán debe superar, con el objetivo final de alcanzar los designios divinos que para él han sido reservados.
El californiano Ray Harryhausen, uno de los mejores artesanos en efectos especiales de la historia del cine; realizó en esta pieza de colección uno de sus más originales trabajos, volcándose en la creación de unos seres surgidos de un universo paralelo. Destaca sobre todos, la legión de esqueletos con la que Jason (encarnado por el actor estadounidense Todd Armstrong) debe librar una peculiar lucha a espada, sin obviar la ácida presencia de dos diablesas aladas que disfrutan atormentando a un invidente. Son inocentes efectos en su forma, pero están trazados con especial empaque creativo. Harryhausen fue un adelantado a su tiempo, aportando una colección de estampas, que aunque con el paso de los años puedan resultar insuficientes, resumen de un modo objetivo la calidad artífice de quién puede ser considerado como un genial precursor. Tampoco es elemento menor la portentosa motilidad de Tasos, una gigantesca estatua de bronce, que la emprende con el grupo de intrépidos navegantes.
La epopeya marítima está realizada con esmero narrativo, destacando la cuidada banda sonora a cargo de Bernard Herrmann y la belleza de la actriz principal, la norteamericana Nancy Kovack, que encarna a la sacerdotisa Medea.
El Destino como regla inquebrantable en el devenir humano y los Dioses que manejan los hilos de nuestras vidas, son los dos ingredientes básicos de esta bonita película de aventuras.
Meritoria.

JASON AND THE ARGONAUTS (1963). Director : Don Chaffey. Guión : Jan Read y Beverley Cross, inspirado en una obra poética de Apolonio de Rodas. Música : Bernard Herrmann. Montaje : Maurice Rootes. Fotografía : Wilkie Cooper. Producción : Charles H.Schneer. Efectos especiales : Ray Harryhausen y Arthur Hayward. Intérpretes : Todd Armstrong, Nancy Kovack, Gary Raymond, Laurence Naismith, Niall MacGinnis, Honor Blackman, Michael Gwynn y Douglas Wilmer. 104´Color. EE.UU.-UK. Columbia Pictures-Morningside Productions.
Fotografía : Jason (Todd Armstrong) combate cuerpo a cuerpo contra un ejército de esqueletos.

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