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miércoles, 29 de abril de 2009

THE POSTMAN ALWAYS RINGS TWICE (versión 1946).


Una de las películas más ácidas del film noir es aquella que Lana Turner interpretó desde el umbral de una puerta, en aquel desvencijado domicilio conyugal junto al restaurante de carretera. Blanca y radiante cómo una novia, pero peligrosa cuál serpiente de cascabel. Tan imponente lucía la actriz de Idaho, que su partenaire masculino, John Garfield,se vió obligado a usar la lengua en uno de los tórridos besos que llenaban la acción de frenesí, (ó al menos eso cuenta la leyenda).
La novela del escritor norteamericano James Mallahan Cain, puesta en escena con brillantez por el realizador Tay Garnett, se quedaba en simple relato ocioso. Con razón decía Lana Turner, ya anciana cuando miraba hacia atrás sin ira, que el de Cora Smith era el papel de su vida. El pequeño short, la blusa con nudo por encima de la tripa y el cabello rubio recogido perfectamente en un níveo ribete, formaban un vestuario ideado con alevosía para someter y lanzar el aguijón sin miramientos. Puede que el personaje de Cora Smith, esposa infiel por el inconfesable vicio de heredar una fortuna y vivir de las rentas; utilizando en parte a un pobre hombre, empleado de su marido, sea indeterminado. No se sabe muy bien qué hilos mueven a la espléndida rubia de terciopelo. Si en el fondo termina estando enamorada de su cómplice, aunque sea levemente, ó todo se debe a una estrategia de mujer fácil en busca de eterno bienestar. El espectador llega a preguntarse si Chambers logrará quebrar el corazón de hielo que guarda Cora en su interior. La doble cara de la protagonista responde a una femme fatale, a un mujer que complica todo aquello que toca, cuya simple cercanía es por si misma un litigio. Lana Turner realiza una interpretación magistral, llena de sal y pimienta, nula en azúcar, delirante en lo sensual y ferviente en los detalles. Matrimonio de conveniencia, y tercero en discordia dejándose llevar por las insinuaciones de una mujer fatal. Objetivo : alcanzar la gloria en forma de miles de dólares de herencia. Riesgo ilimitado. Todo sea por la más que innoble causa, llamemosle lujuria,avaricia y asesinato. Ese sería un resumen telegráfico de El Cartero siempre llama dos veces, versión Garnett.
El refulgente vestuario de Lana Turner en la película, responsabilidad de la modista cinematográfica Irene, era en su mayor parte blanco inmaculado, dando más luz a la impactante actriz y por otro lado disfrazando a la maldad de algún modo, para mantener al espectador en el trance de interés hacia la trama. Cora Smith era blanca por fuera y negra por dentro. Doble cara explícita.
Sintiéndolo por el escritor James M. Cain, cuya novela tuve la oportunidad de leer con veinte años recién cumplidos, la película de Garnett forma parte de esa breve colección de films que superan sin discusión el relato literario en el que están basadas. Mérito de los guionistas Niven Busch y Harry Ruskin y de la impecable puesta en escena del director californiano. El cartero no siempre llama dos veces. Lo hizo una, y fue en 1946. There is a tavern in the town.
Obra maestra.

THE POSTMAN ALWAYS RINGS TWICE (1946). Director: Tay Garnett. Guión : Niven Busch y Harry Ruskin, basado en una novela de James M. Cain. Fotografía : Sidney Wagner. Música : George Bassman-Eric Zeisl. Montaje : George White. Dirección artística : Cedric Gibbons-Randall Duell. Vestuario : Irene. Intérpretes : Lana Turner, John Garfield, Cecil Kellaway, Hume Cronyn, Leon Ames y Audrey Totter. 113´Blanco y Negro. Metro Goldwyn Mayer.
Fotografía : Cora Smith nos provoca. Lana Turner, también.

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