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martes, 12 de mayo de 2009

I WALK ALONE.


La obra teatral Beggars Are Coming to Town, escrita por el norteamericano Theodore Reeves inspiró la adaptación de Robert Smith y John Bright, así como el posterior libreto de Charles Schnee, para que Byron Haskin realizará el sórdido film noir I Walk Alone, estrenado en 1948.
La historia nos relata el regreso a la vida libre de un presidiario, Frankie Madison (Burt Lancaster), tras catorce años de reclusión como reo de un delito de tráfico de licor durante la vigencia de la Ley Seca en los Estados Unidos. Dave (Wendell Corey), antiguo camarada que le ha estado visitando en la cárcel regularmente, trabaja como contable para el antiguo socio de Madison, Noll "Dink" Turner (Kirk Douglas), un individuo ruin e insolente, que sólo se preocupa por el bienestar de su negocio, un club de lujo llamado Regence. Antes de terminar entre rejas, Madison compartía con Turner otro establecimiento venido a menos y que acabó echando la persiana. Ahora el recién llegado reclama a Turner la mitad del Regence, sin que su antiguo socio acceda a ello. Entre medio se encuentra la cándida Kay Lawrence (Lizabeth Scott), una cantante de salón dotada de dulces maneras, que es utilizada por Turner para cualquier misión cuyo resultado final dependa de un hombre. Cuando Kay y Frankie se conocen descubren que tienen puntos en común, y ante la propuesta de matrimonio que Turner acaba de realizar a una altiva dama que frecuenta el club, la joven coplista decide abandonarle para seguir a Madison. El ex presidiario acude una noche al club acompañado de un grupo de gangsters, capitaneado por Nick Palestro (Marc Lawrence), con la intención de romper la baraja y obligar a Turner a cumplir su deuda. Pero Dave expone una compleja tela de araña legal, trazada con alevosas intenciones fiscales, que dificulta los deseos de su amigo. Los hombres de Palestro abandonan a Madison , y este es vapuleado por tres sicarios de Turner dirigidos por el portero del club (Mike Mazurki). Cuando Dave se entera de la agresión sufrida por Madison amenaza a Turner con sacar a la luz el libro b de contabilidad de la empresa. El dueño del Regence decide asesinar al tesorero, utilizando para ello a uno de sus subalternos. De inmediato llama a la policía y responsabiliza a Madison del crimen.
Tres aspectos destacan en esta película de Byron Haskin. Primero, la potencia interpretativa de un sugerente reparto. Lancaster y Scott demuestran un "ángel" privilegiado ante las cámaras, construyendo una pareja redonda. El pasional y terco, ella dulce y bella. Lizabeth Scott porta un semblante angelical, bañado por la inocencia, duro en los instantes dramáticos, perfecto cuando cena en el reservado con Madison (inmensos primeros planos de Haskin) y enamorado en las escenas más románticas. El blanco vestido de noche con abertura en la espalda que luce la actriz en varias secuencias del film, obra del exquisito gusto diseñador de Edith Head, es un clásico más de las noches de gala del Hollywood de los años cuarenta. Puro glamour engarzado en la estilizada anatomía de Scott. La canción Don´t Call It Love, compuesta por Allie Wrubel, que Kay interpreta melosa en dos momentos distintos de la trama; es un brillante complemento que desliza en nuestros oidos la dulce frase "un beso, un suspiro y un adiós".
Segundo, el valor de la amistad y la fidelidad, como principios básicos en un hombre que de tal se precie. Dick Turner carece de ellos por completo, mientras que Madison los enaltece.
Tercero, el escenario que crea Haskin, pleno de glamour. Los elementos básicos del género negro se entremezclan con privilegiada soltura. El bueno de oscuro pasado, el malo de presente mezquino y la joven cantante con piano de cola que se aleja del tópico de femme fatale, exhibiendo en su lugar una personalidad compasiva. Este puede ser uno de los ingredientes menos tradicionales del género, aunque la bondad de Kay Lawrence no rechina en los engranajes de la historia, y por contra la dota de sensualidad.
I Walk Alone es un película intensa, dispuesta con esmero, que seduce durante noventa y siete minutos, fascinando por la sobriedad del relato y un cierto aroma de whisky y nicotina. Ejemplo fascinante del cine negro de los años cuarenta, que mantiene firme la intensidad pese al paso del tiempo.

I WALK ALONE (1948). Dirección : Byron Haskin. Guión : Charles Schnee, basado en una adaptación de la obra teatral de Theodore Reeves, Beggars Are Coming to Town, realizada por Robert Smith y John Bright. Música : Victor Young. Fotografía : Leo Tover. Producción : Hal B. Wallis. Vestuario : Edith Head. Intérpretes : Burt Lancaster, Kirk Douglas, Lizabeth Scott, Wendell Corey, Kristine Miller, George Rigaud, Marc Lawrence, Mike Mazurki y Gino Corrado. 97´Blanco y Negro. EE.UU. Paramount Pictures.
Fotografía : Lancaster y Scott, una pareja de cine.

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