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jueves, 25 de junio de 2009

NIAGARA.


La producción de Niagara se inventó la pasional frase "A Raging Torrent Of Emotion That Even Nature Can´t Control" para vender el producto y dar una idea previa al espectador de cuál era la relación existente entre el título del film y la trama argumental del mismo.
El realizador californiano Henry Hathaway, en realidad Henry Leonard De Fiennes; es bajo mi punto de vista uno de los mejores directores de la historia del cine. En una supuesta lista personal de preferencias, le situaría entre los veinte primeros. Su gran poder escénico, el amplio elenco de puntos de vista que construía a partir de la misma escena, una más que indudable riqueza visual y narrativa, y sobre todo la soberbia estructuración de las tramas que pincelaba, le convierten en un maestro de las imágenes.
En Niagara, Hathaway jugaba con la ventaja de contar con un diamante en bruto, una actriz capaz de impresionar el objetivo de la cámara principal de rodaje y lograr mediante un poder casi hipnótico dejar sin respiración al espectador. Marilyn Monroe interpreta uno de los más sugerentes roles de su carrera artística, Rose Loomis, una esposa infiel, femme fatale en origen; que planea con la ayuda de su amante el asesinato de su atormentado esposo George (correcto Joseph Cotten).
Diseña para ello un planteamiento de locura encasillando a su marido en un carácter irascible y celoso, poniéndole en evidencia delante de todo el personal y clientes de un humilde motel cercano a las cataratas del Niagara.
Hathaway hace una inolvidable descripción visual de lo que supone un recorrido por la atracción turística de Canadá y los Estados Unidos, deleitándose con una serie de planos de las salvajes cascadas vistas desde el lado de Ontario. Bellas tomas para una historia en la que Rose Loomis rivaliza con el desparpajo de la naturaleza acuática, mostrándose primero compulsiva y retadora, después cobarde e imperfecta.
El icono sensual que crea Marilyn se ve perfectamente secundado por el ojo de cámara de Hathaway que se recrea en la curvilinea anatomía de la actriz y en sus destellos faciales provocativos.
Interesante interpretación de Jean Peters, modelando a una joven esposa, Polly Cutler; contrapunto a la sensualidad de Rose Loomis y coprotagonista forzosa de un thriller con destellos de film noir.
Destacan las escenas finales, rodadas con humildad técnica aunque muy efectistas, y la que refiere el crimen de Rose, en la torre del reloj musical frente a las cataratas. Marilyn tendida inerte en el último piso del edificio, tapizada en negro con un pañuelo amarillo desplegado junto a una de sus manos, quebrada como una muñeca, mientras su esposo le confiesa un amor eterno aunque no correspondido.
El conductor del taxi al que Rose (Marilyn) pregunta el modo de pasar a la parte estadounidense de las cataratas, justo en la parte final del film, antes de su muerte; es el actor Harry Carey Jr., uno de los secundarios habituales en las películas de John Ford.
Un clásico eterno, digno de un gran director; que nos muestra a la mejor Marilyn al tiempo que sirve de testimonio del gran cine que llenó una época y que por desgracia ya no se repetirá. Siempre nos quedará el legado. Niagara forma parte de él.

NIAGARA (1953). Director : Heny Hathaway. Guión : Charles Brackett, Walter Reisch y Richard L.Breen. Música : Sol Kaplan. Fotografía : Joseph MacDonald. Montaje : Barbara McLean. Producción : Charles Brackett. Vestuario : Dorothy Jeakins. Efectos especiales : Ray Kellogg. Intérpretes : Marilyn Monroe, Joseph Cotten, Jean Peters, Max Showalter, Denis O´Dea, Richard Allan, Don Wilson y Will Wright. 92´Color. EE.UU.
20th Century Fox.
Fotografía : Lobby Card de época con una sensacional imágen de Rose Loomis (Marilyn Monroe) aderezada con un tono rojo pasión, aunque en la película el color del escotado vestido fuera rosa intenso.

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