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lunes, 20 de abril de 2009

ARTICULOS PROPIOS : LAS AZOTAINAS DE JOHN.






Dicen que John Ford; tal vez el director que mejor ha sabido retratar personajes y paisajes en toda la historia del cine, disfrutaba de lo lindo sentado en su silla de capitán de rodaje cuando Wayne, su "buque insignia", la emprendía a cachetes allá donde la espalda pierde su casto nombre, con sus compañeras de reparto. Hoy en día, aquellas inocentes azotainas cinematográficas, hubieran servido para que cualquier mal pensado, tildara a Ford, (y a Wayne por obediencia debida), de maltratador. Puede que incluso algún gobierno de progres tendencias hubiera cometido la osadía de censurar las escenas ó prohibir la exhibición de la película.
En The Quiet Man(1952), esa bella y colorista historia irlandesa, el personaje que crea John Wayne arrastra, en determinada fase del film, a Maureen O´Hara por los verdes campos de Innisfree, cómo troglodita de las cavernas. El trato que Sean Thornton dispensa a Mary Kate Danaher es a ratos pasional y hasta romántico, pero suele tornarse tosco, cómo el de un novio, que antes de la boda, pretende enseñar a la novia quién lleva puestos los pantalones. Ford juega con ese elemento, dandole un aire firme pero divertido, rural profundo aunque inocente. Dulce brusquedad, si cabe el calificativo.
Wayne, además, quedó inmortalizado en Donovan´s Reef(1963), azotando en la parte final de la película (un cuento colorista en clave de comedia en donde da la sensación que la espontaneidad juega a favor de la trama), a Elizabeth Allen; paliza con aires paterno-filiales que desemboca en un dulce y apasionado beso de amor conyugal.
El director Andrew MacLaglen, hijo de Victor,(actor amigo de Wayne habitual en el cine de Ford) y seguidor émulo del cine fordiano, quiso a buen seguro homenajear a su admirado maestro, en McLintock(1963), calcando las azotainas en una brillante escena entre los protagonistas George y Katherine, (Wayne-O´Hara).
En realidad, las azotainas fordianas, que siempre partían de las recias manos de John Wayne, eran antes que maltrato, divertidas parodias dentro de una relación amorosa, guiños de frescura en donde el varón trata de imponer su dominio conyugal con una reacción más propia de un pater corrector que de un esposo.
Porque Ford era un director sublime, un hombre de cine que buceaba en los sentimientos a través de la imagen, que sólo con la mirada de uno de sus personajes, perfectamente filmada; podía expresar más de lo que otros consiguen con gestos y onomatopeyas.
Ford reclamó siempre con su cine el lado más tradicional del ser humano : el pueblo y sus gentes, las tradiciones de las tribus indias y los colonos, el calor del hogar delante del brasero, la caricia y el azote, el beso y el puñetazo, la brusquedad y la dulzura, la solidaridad y la amistad inquebrantables, el vaso de whisky en buena compañía, la femeneidad y la masculinidad sin cortapisas, las puestas de sol y los amaneceres, el folklore y la alegría de vivir, la humildad y la comicidad. Las azotainas de John, sea Ford sea Wayne, no son violencia de género. Son una simple reivindicación del papel masculino en la familia tradicional, usadas mas como metáfora recurrente que cómo acto de agresividad gratuita. Porque el cine de John Ford, casi siempre, hay que saborearlo, "leyendo entre líneas".

Fotografías : 1.-The Quiet Man. 2.-McLintock. 3.-Donovan´s Reef. 4.-McLintock.

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