Estrenamos sección en el blog. Una lectora realiza una ingeniosa pregunta. Procedo a contestarle.
-Pregunta :
Hola Juan,
En Agora me pareció ver la estatua(etrusca) de la loba capitolina amamantando a Rómulo y Remo que, según estudié en el colegio, fueron dos esculturas añadidas en el Renacimiento. Creo que es un error tan obvio que quizás lo haya hecho a propósito.¿Has oído o leído algo al respecto?.
Un saludo,
Tamara Jiménez (Haro,La Rioja).
-Respuesta :
Estimada Tamara :
Siento reconocer que aún, y no por falta de ganas; no he visto la última obra de Amenábar, que es uno de mis predilectos cineastas españoles contemporaneos. En todo caso, sí que, al parecer, la muerte de la última directora de la Biblioteca de Alejandría, Hipatia; no se corresponde, como parece mostrar la película, en tiempo y forma con la desaparición de ese centro del saber. Lo cuál ya sería un primer error del film.
Respecto a la cuestión que me planteas, al no haber visto la película no puedo confirmar que aparezca esa figura, pero me fijaré cuando tenga el placer de visionarla. En todo caso, y como respuesta al origen en el tiempo de esa escultura, te refiero la siguiente noticia aparecida no hace mucho en el diario El Periodico de Cataluña, que te da razón en tu análisis.
Un análisis confirma que la loba de Rómulo y Remo es medieval
• La escultura que preside el Capitolio de Roma no es etrusca sino que fue fundida en el siglo XIII
• Nuevos estudios zanjan una disputa académica que se ha mantenido encendida durante años
ROSSEND DOMÈNECH
ROMA
Era un mito, pero bajo sospecha. Ahora existe la confirmación: la celebérrima loba símbolo de Roma, en el Capitolio, sede del ayuntamiento y de dos museos, no la crearon los etruscos en el siglo VI antes de Cristo, ni los antiguos romanos, ni los helenos de la Magna Grecia, como discutían desde hace siglos los historiadores, los arqueólogos y los científicos de todas las especialidades, sino algún anónimo fundidor de la edad media. Lo han afirmado, tras un análisis de radiocarbono, los laboratorios del Centro de Datación y Diagnóstico de la Universidad de Salento, en el sur de Italia, uno de los laboratorios mejor preparados del país para ponerle fecha a un objeto antiguo.
Adriano La Regina, que fue director de Bellas Artes de la capital italiana, ha querido poner fin al silencio que aparentemente se había impuesto entre los especialistas y ayer se descolgó con una página entera del diario La Repubblica informando sobre los resultados del diagnóstico y recordando los debates que han llegado a esta conclusión. La loba --resume-- fue realizada cerca de Orvieto, a 200 kilómetros de Roma, plasmada con una técnica típica de la edad media y su fecha, medida con el radiocarbono y la termoluminiscencia, ha quedado fijada en el siglo XIII después de repetir la medición 20 veces el pasado año. Los técnicos que dudaban de su origen habían barajado en los últimos años dataciones que iban entre los siglos VIII y XIV.
INFORME OCULTADO
El ayuntamiento de la capital ya conocía desde hacía tiempo los resultados de los análisis pero se calló. El pasado año se celebró un apasionado debate en la Universidad de La Sapienza sobre los orígenes de la elegante y refinada estatua del cánido mientras amamanta a Rómulo y Remo, otro mito sobre los orígenes de Roma. En aquella ocasión, la arqueóloga Anna Maria Carruba defendió con uñas y dientes el origen medieval de la estatua, ya que según ella había sido fundida con la técnica de la cera perdida y con una sola colada, es decir con un sistema moderno cuyo uso solo está documentado a partir del siglo XII y que hoy aún se utiliza.
Las primeras dudas sobre el origen antiguo de la estatua surgieron en el siglo XIX, pero nadie les hizo caso. Los textos científicos --y las guías turísticas-- siguen explicando que la célebre loba era etrusca, contemporánea, o casi, de los míticos Rómulo y Remo, a los que la tradición sitúa en el siglo VIII antes de Cristo; que Augusto, primer emperador, buscó casa en el Palatino, cerca de donde debía de estar en sus orígenes, y que hasta los primeros Papas medievales, que no vivían todavía en el Vaticano, quisieron la estatua o una parecida cerca de sus salas de mando. En esta ocasión ha vencido la doctora Carruba y su victoria ha derrumbado otro mito, el de la subordinación de unas ciencias a otras. "Para reconstruir mejor la historia las ciencias deberían colaborar y confrontarse", había dicho Eugenio La Roca, actual director de Bellas Artes de Roma, en el debate universitario del pasado año.
Gracias por tu colaboración y espero que no sea la última.
miércoles, 21 de octubre de 2009
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