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jueves, 7 de mayo de 2009

EL VERDUGO.


Una de las mejores representaciones de humor negro, jinete a lomos del drama y la comedia; que se han dado en los anales del cine, fue responsabilidad directa del realizador valenciano Luis García Berlanga que presentó una historia lacerante y simbólica sobre la perversión de la pena de muerte. Trasladada a guión por él mismo en compañía del riojano Rafael Azcona y del italiano Ennio Flaiano, El Verdugo es sin lugar a dudas una obra maestra. La película narra la angustia de un joven empleado de pompas fúnebres que tras conocer casualmente a un verdugo del régimen franquista, se enamora de la hija de este y termina casándose con ella. Para poder acceder a un piso de nueva construcción sufragado por el estado, el joven acepta el puesto que deja vacante su suegro. Cuando es avisado para que acuda a Palma de Mallorca a realizar su primer trabajo, las dudas y temores afloran en el novato, que sufre la tentación de dimitir, todo con tal de no tener que aplicar el garrote vil al condenado.
José Isbert realiza una de las más apabullantes interpretaciones de su carrera, volcado en el personaje de Amadeo, el curtido verdugo, que busca por todos los medios transmitir "el arte del oficio" a su yerno. Impagable la escena en la que Isbert acude a la feria del libro buscando la recomendación del académico Corcuera (Santiago Ontañón), que ha escrito un libro basado en la existencia inapelable del garrote vil auxiliado por los consejos y pareceres del veterano ejecutor. Tampoco pasa de largo la secuencia en la que Amadeo, al principio de la película, realiza una obscena aunque hilarante discusión sobre los diferentes tipos de penas de muerte, concluyendo que la mejor es la guillotina, por ser más rápida y menos cruel que las demás.
El actor italiano Nino Manfredi da vida al dubitativo aprendiz de verdugo, reflejando con esmerada tensión su desprecio por quién es capaz de arrebatar la vida del prójimo. Puede que el punto culminante de la trama se muestre cuando un grupo de funcionarios de prisiones arrastran al anodadado aprendiz por los pasillos de la cárcel, mientras el condenado acude al cadalso por su propio pie, de un modo sereno. Ese genial contrapunto es una de las mejores reivindicaciones que exhibe la película, mostrando una tácita repugnancia conceptual hacia la pena capital.
La hija de Amadeo fue encarada por la actriz madrileña Emma Penella, colaborando al flujo de humor negro delirante que atesora el relato.
El Verdugo es un magno canto satírico, un mensaje de paz que Berlanga desarrolla desde un punto de vista rebelde, retando al espectador para que vaya descubriendo dónde se esconden los recados que él mismo envía.
Llega a palparse el sufrimiento de quien debe apretar la letal palomilla quebrando el cuello del reo, máxime cuando en el fondo siempre sintió tirria hacia su propio suegro por el modo que tiene de ganarse el pan. Manfredi nos engatusa con cómicos bosquejos, para de pronto y sin previo aviso mostrarse realmente apabullado ante el deber. Cómo si nos invitara a preguntarnos ¿pero iba en serio?, el relato cruza delante de nuestras retinas con un desparpajo atronador.
La filosofía de fondo que encierra la historia de Berlanga posee el encanto innovador de desterrar el habitual dramatismo encendido de otras obras cinematográficas críticas con la pena de muerte, navegando con elegancia en las aguas del humor negro, rozando la sátira y mostrando unos personajes de baja capacidad cultural, aunque diplomados en supervivencia. Tiene El Verdugo la virtud del absurdo, transpirando finas gotas de amargura. Una experiencia caústica, como pocas. Simplemente genial.

EL VERDUGO (1963). Dirección : Luis García Berlanga. Guión : Luis García Berlanga, Rafael Azcona y Ennio Flaiano. Música : Miguel Asins Arbó. Fotografía : Tonino Delli Colli. Dirección artística : Luis Argüello. Montaje : Alfonso Santacana. Producción ejecutiva : Nazario Belmar. Intérpretes : Nino Manfredi, Emma Penella, José Isbert, José Luis López Vázquez, Julia Caba Alba, Angel Alvarez, María Isbert, María Luisa Ponte, Santiago Ontañón, Lola Gaos y Alfredo Landa. 87´Blanco y Negro. España-Italia.
Interlagar Films-Naga Films-Zebra Films.
Fotografía : ¿Será maravilloso viajar hasta Mallorca?.

2 comentarios:

  1. En la película "Salvador" de Manuel Huerga, al margen de su discutible calidad o rigor histórico, me pareció entrever en la figura del verdugo, un homenaje al inolvidable Amadeo de Berlanga.
    El actor que interpreta al verdugo, Antonio López Sierra, es un Pepe Isbert estilizado, con la misma inexpresividad en el rostro, que utiliza "la máguina" como si se tratara de una tarea rutinaria en su funcionariado.

    La verdad fue distinta ya que este personaje, apodado "el corujo", se emborrachaba la víspera de cada ejecución, por lo que en el caso de Puig Antich aplicó mal el garrote con lo que prolongó la agonía del reo.
    Al comprobar la ficha técnica de la película me sorprendió que se refieren al actor David Vila Vilanova, al que no conozco, como el "funcionario del garrote vil" como si en esta época políticamente correcta la palabra "verdugo", que alude a una triste realidad vigente en España hasta 1974, no pudiera ser pronunciada, cuando el eufemismo es más atroz, si cabe.

    Magnífica es también la película "Queridísimos Verdugos" de Basilio Martín Patino, en la que los tres últimos verdugos, Antonio López Sierra, Vicente Copete y Bernardo Sánchez Bascuñana, en calidad de actores, intentan jutificar por qué llegaron a este trabajo amparándose en su penurias, se quejan del rechazo social que producen y describen con oficio y frialdad algunos pormenores de su "profesión",todo ello con una oratoria que roza el analfabetismo.
    Menos mal que la pena capital ha desaparecido en nuestro país, porque con los tiempos que corren, seguro que más de uno optaría a este peculiar estatus de funcionario con tal de obtener el ansiado pisito.

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  2. Tamara, gracias por tu excelente comentario. No he visto áun "Salvador", pero espero que pueda comentarla en este blog en breve. Sí vi hace tiempo "Queridísimos Verdugos", un film excelente. Lo cierto es que soy contrario desde siempre a la pena capital, aunque es evidente que en algunos casos la sangre llama a la sangre, aunque sólo sea por instinto humano. La magia de estas películas, incluida El Verdugo de Berlanga, consiste precisamente en posicionarse en el tema con claridad, analizando no ya el tono ético de la pena de muerte, sino más bien el lado humano de la figura de quién "tira de la palanca" y las causas que le llevan a realizar un trabajo tan denigrante, no sólo para la víctima sino también para el verdugo.
    Espero que esta primera colaboración no sea la última. Saludos

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