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viernes, 22 de mayo de 2009

KILLING ME SOFTLY.


Killing Me Softly no pasaría de ser un thriller más ó menos entretenido, sino fuera por la incontestable carga sensual que traslada al espectador. Un guión eficiente esgrimido por Kara Lindstrom faculta al realizador chino Chen Kaige (autor de la magnífica Adiós a mi concubina) para materializar en imágenes la novela homónima del escritor de Bristol, Sean French.
La historia nos muestra a una diseñadora informática llamada Alice (Heather Graham), que abandona su monótona vida y a su compañero sentimental, hechizada por el encanto de un proceloso aunque apuesto alpinista, interpretado por Joseph Fiennes. Este (Adam) resulta ser un tipo con un pasado repleto de enigmas, que convive con su hermana, la insinuante y sibilina Deborah (Natascha McElhone). Será esta la que intente manipular la realidad que gira en torno a la relación amorosa, buscando confundir no sólo a Alice, sino también al espectador. Las dos mujeres en la vida del montañero van tejiendo sendas telas de araña, convirtiendo su duelo en un cruce de intereses contrapuestos. Alice movida por una extrema candidez. Deborah por unos celos enfermizos y una personalidad controvertida. Heather Graham nos plantea un personaje inocente, cegado por una atracción y femenino hasta la extenuación. McElhone, actriz de profunda mirada, construye un personaje pérfido, cercano a la psicopatía; que en determinados momentos roza el incesto fraterno, siendo utilizada por Kaige cómo el elemento transgresor de la historia.
Pero el ingrediente de calidad de Killing Me Softly es el hábil manejo de las escenas eróticas, traspasando la torridez media de este tipo de películas. Es probable que la sensibilidad oriental, presupuesta en un director nacido en Pekín; contribuya a sugerir más allá de lo meramente visible.
La escena en la que Alice, tras un largo y duro paseo por senderos pedregosos; llega a la cabaña en donde le espera Adam con una chimenea encendida y la relación posterior que ambos mantienen atesora un sentido voluptuoso que evoca estentóreos principios pseudo masoquistas, trazados, eso sí; con elegancia y hasta cierta coreografía escénica. Tampoco es despreciable la escena del desnudo integral de Alice, localizada en plena naturaleza con la pétrea estatua de un ángel por testigo, mientras Adam la contempla absorto cámara de fotos en ristre.
Es posible que la película sea predecible a partir de la mitad de su tiempo, es probable que no pase a la historia de los thriller cómo referente a tener en cuenta. Lo cierto es que Killing Me Softly posee un notable encanto y una manufactura acertada. La historia es simple, no ofrece dobles intenciones, sólo el atractivo de la falta de información, del esfuerzo de la protagonista por indagar en el pasado de un hombre complejo. Una relación amorosa fraguada por la pasión desbordante que rompe con la rutina, y ese es un caramelo que endulza a cualquiera, aunque a veces cueste reconocerlo por una mezcla de verguenza y pudor.
Ajustada banda sonora a cargo del escocés Patrick Doyle, composición que sirve a la trama con fidelidad aportando una dosis de romanticismo, no exenta de un halo de misterio. Tras ver la película, nadie culpará a Kaige de falta de intencionalidad. Es obvio que las intenciones son su fuerte.

KILLING ME SOFTLY (2002). Director : Chen Kaige. Guión : Kara Lindstrom basado en una novela de Sean French. Música : Patrick Doyle. Fotografía : Michael Coulter. Montaje: Jon Gregory. Vestuario : Phoebe De Gaye. Dirección artística : Rod McLean y Christina Moore. Intérpretes : Heather Graham, Joseph Fiennes, Natascha McElhone, Ulrich Thomsen, Ian Hart, Jason Hughes y Amy Robbins. 104´Color. UK-EE.UU. Metro Goldwyn Mayer-Montecito Picture Company-Noelle Entertainment.
Fotografía : Alice (Heather Graham) emulando a Eva en el Paraíso, en una de las más sensuales escenas de la película.

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