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sábado, 1 de agosto de 2009

GRAN TORINO.


Si algo destaca entre los fotogramas de Gran Torino es la facilidad que tiene Clint Eastwood director para hacer de lo simple un tratado complejo de humanidad y convivencia. Porque la historia que nos traslada el realizador y actor californiano es, en realidad, una trama sin aparentes complicaciones. Un hombre que enviuda, unos hijos que no le comprenden, y unos vecinos de la etnia hmong que se cruzan en su camino y que resultan ser el Santo Grial del final de su existencia. El personaje que recrea el propio Eastwood, Walt Kowalski, estadounidense de origen polaco; es un tipo perteneciente a la generación de la Guerra de Corea, hecho a sí mismo, de los que van de frente, poco dado a carantoñas y golpecitos en la espalda. Rudo tal vez, pero con gran corazón. Su pasado militar le atormenta, y debido al trauma bélico, el carácter de Kowalski permanece encerrado en una concha de difícil apertura. Serán sus adolescentes vecinos, primero Sue Lor (Ahney Her), después el hermano de esta, Thao (Bee Vang); quienes mejor arranquen el velo que cubre la verdadera identidad del terco protagonista. Eastwood hace un despliegue interpretativo magnífico, con comentarios en voz baja cargados de mala uva, gesticulando como él sólo sabe hacerlo, acaparando la acción de un modo sublime.
El actor californiano logra con Gran Torino dos objetivos : primero, consolidarse como uno de los mejores directores de los últimos años; segundo, certificar que por encima de sus pasados roles de hombre duro, subyace un actor capaz de generar admiración construyendo personajes versátiles, de esos que jamás se olvidan. Porque Walt Kowalski esconde, bajo la capa de lobo feroz, un ser humano con un corazón de los que no caben en el pecho.
Interesante también el trabajo del actor pelirrojo Christopher Carley, enmarcado como el Padre Janovich, que dibuja al comienzo de la historia el hilo conductor de la misma, la discusión sobre la vida y la muerte. Kowalski muestra con claridad al espectador que significan ambas para un ciudadano de a píe, sin más pretensiones que tirar del carro de la primera para llegar a la segunda con dignidad.
Gran Torino es una estupenda película, un elogio a la bondad, al humanismo y la busqueda de una respuesta a la identidad del ser humano, por encima de ideologías, etnias y diferentes culturas.
Soberbia la escena en la que uno de los hijos de Kowalski acude junto a su interesada esposa a casa del padre, para felicitarle y regalarle para su cumpleaños un teléfono con números gigantes y una pinza enorme para coger objetos elevados. El rostro de Eastwood en primer plano parece situarse a punto de ebullición.
Tampoco tiene desperdicio la que muestra a Walt acudiendo con su alumno Thao a la peluquería de Martin (John Carroll Lynch), dispuesto a enseñarle como habla un auténtico hombre en público.
Imprescindible.


GRAN TORINO (2008). Director : Clint Eastwood. Guión : Nick Schenk, basado en una historia de Nick Schenk y Dave Johannson. Música : Kyle Eastwood y Michael Stevens. Montaje : Joel Cox y Gary Roach. Fotografía : Tom Stern. Producción : Clint Eastwood, Bill Gerber y Robert Lorenz. Intérpretes : Clint Eastwood, Christopher Carley, Ahney Her, Bee Vang, John Carroll Lynch, Geraldine Hughes, Brian Haley, Brian Howe y Chee Thao. 116´Color. EE.UU.-Australia-Alemania. Matten Productions-Gerber Pictures-Warner Bros Pictures-WV Films-Media Magik Entertainment-Malpaso Productions-Village Roadshow Pictures-Double Nickle Entertainment.
Fotografía : Walt Kowalski (Eastwood), un personaje cinematográfico para la eternidad.

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