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miércoles, 10 de junio de 2009

BLOW UP.


Julio Cortázar fue un maestro del relato corto, nacido en la embajada argentina de Bruselas. Sus historias, entre ellas Las Babas del Diablo; poseen un ardor invencible, una sublime acidez existencial. Fue precisamente esta narración la que sirvió de guía a Michelangelo Antonioni y Tonino Guerra para escribir el libreto de una de las más desconcertantes películas de la historia del cine. Es un hecho que tras terminar el rodaje, siendo preguntando el propio Antonioni, director de la película; por el sentido de la misma, afirmó sin rubor que hubiera necesitado otro film para explicar el significado de Blow Up. Lo que trasciende de la colección de escenas que el realizador y guionista de Ferrara nos traslada, es la legitimidad del castigo al ser humano despreciable, presuntuoso y tirano, que hace de su vida y trabajo un motivo de represión dirigida hacia quienes le rodean. Una lección que deja huella a quién osa inmortalizar el sufrimiento humano. El mito del cazador cazado transferido al mundo de la fotografía.
La historia se ambienta en el Swinging London de la segunda mitad de los años sesenta, cuando la city era centro neurálgico de la cultura universal. Thomas, (sensacional trabajo del actor inglés David Hemmings), un artista visual que se gana la vida tomando instantáneas de modelos, somentiéndolas a duras sesiones de trabajo y exigiéndoles una serie de premisas que parecen insoportables; es el personaje central de la claustrofóbica historia. El lado oculto del artista consiste en realizar reportajes privados, en los que retrata los sentimientos humanos más negativos : el dolor, la soledad y la pobreza, los efectos del odio y la violencia.
Hemmings dibuja un personaje antipático, ególatra y presumido, que circula por la vida sin reparar en los demás, hiriendo verbalmente a sus subordinados y mostrándose mezquino con infinita regularidad. Embarcado en la elaboración de un libro de fotografías dantescas, un día, tras adquirir una hélice de madera en una tienda de antiguedades, decide aventurarse en un parque cercano con el propósito de fijar su objetivo en una pareja de amantes que pasean entre matorrales demostrando su pasión en público. Tras inmortalizarles desde varias posiciones y ángulos, Jane (libidinosa Vanessa Redgrave), la mujer cazada; percibe la presencia del voyeur y corre rauda dispuesta a pedirle los negativos. Tras un tira y afloja del que Thomas sale triunfador, la mujer acude en pos de su amante, que ha desaparecido de escena. El posterior revelado del carrete descubre al artista una realidad que le había pasado desapercibida. Tras los tórridos abrazos de los enamorados, parece esconderse un crímen que él mismo ha fotografiado.
Blow Up reúne un plantel de sugestivas actrices, cuyos semblantes sirven a Antonioni para crear un cuadro de brillante plasticidad, rodeando al protagonista masculino de tentadoras flores que terminan por hundirle en un profundo pozo de desconcierto. Junto a la londinense Redgrave, Sarah Miles faculta a Patricia, que ama en secreto a Thomas y que representa la insatisfacción en la historia.
También podemos contemplar a Jane Birkin y Gillian Hills, reflejadas en dos dispersas jovencitas dispuestas a todo con tal de posar frente a la cámara del artista. El fotógrafo las utiliza cómo objetos de chanza, cómo maniquies ó muñecos de guiñol en sus manos, manipulándolas hasta donde puede. Ambas representan la pasión incontenible y el encantador aroma de la inmoralidad.
Por último debo mencionar a la rusa Veruschka Von Lehndorff, modelo de origen aristocrático, que hizo sus pinitos en el cine y que en Blow Up se interpreta a si misma, dando cuenta de una estirada mujer de pasarela, repleta de talento e idolatrada por Thomas. Es evidente que la edulcorada actriz rusa plasmó a la perfección el encanto de una profesional del posado fotográfico, y poco más.
Las mujeres en Blow Up son parte fundamental del relato, actuando como hilos conductores de los sentimientos del protagonista, exteriorizando diversas personalidades y sirviendo al espectador como anfitrionas de diferentes estados de ánimo.
La secuencia del reportaje fotográfico en el parque, cuando Thomas capta con su objetivo a la pareja, es una demostración técnica de cine, conjugando planos alternativos, metiendo al espectador en el ojo de la cámara, apartando al artista en un rincón y centrando a la pareja de amantes con un poder que sólo transmite la imagen.
La escena que pone fin a Blow Up, en la que un grupo de mimos juegan al tenis con raquetas y pelota imaginarias, es un dechado de originalidad y transmite la idea de que la realidad tiene a veces menos peso específico que la ficción. Antonioni trata de trasladarnos la responsabilidad de fijar los flecos argumentales que lleven a una conclusión. Es cómo esbozar un esqueleto, que rellenado de diferentes maneras, puede dar luz a otras tantas interpretaciones. La mía es simple aunque categórica : en esta vida nada es lo que parece. Y cómo dijo Calderón, la vida es un sueño, y los sueños, sueños son.
Canción "Stroll On" a cargo de los Yardbirds de Jimmy Page y Jeff Beck, y vestuario muy en la onda mod.
Galardonada con la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1966. Fue nominada en dos categorías (director y guión) de los Oscar de 1967, aunque se quedó sin premio.
Laberinto de sensaciones.

BLOW UP (1966). Director : Michelangelo Antonioni. Guión : Tonino Guerra y Michelangelo Antonioni, basado en un relato corto de Julio Cortázar. Fotografía : Carlo Di Palma. Música : Herbie Hancock. Producción : Carlo Ponti. Montaje : Frank Clarke. Dirección artística : Assheton Gorton. Vestuario femenino : Jocelyn Rickards. Intérpretes : David Hemmings, Vanessa Redgrave, Sarah Miles, John Castle, Jane Birkin, Veruschka Von Lendorff, Gillian Hills y Peter Bowles. 111´Color. UK-Italia-EE.UU. Bridge Films.
Fotografía : Hemmings y su cámara delatora e instrospectiva.

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